domingo, octubre 16, 2005


Un grito agudo se oyó desde el extremo del puente.
Se sentía esa sangre correr por las venas del cielo, derramándose sobe el paisaje ceniciento. También mis venas se movían furiosas, bombeándo hacia mi alma todo tipo de sensaciones. Tuve la imperiosa necesidad de sacar desde adentro mío tanto revoltijo. Dolor en el pecho, falta de aire, belleza, tristeza, era todo hablándome. A mí, pobre hombre normal, que ve más de lo que puede entender.
Mi grito agudo se oyó desde el extremo del puente.

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