"Soy veraneante accidental
en la ciudad del viento
(...)
En todos los lugares te encuentro
en todos los lugares me siento un habitante más
en la ciudad del viento."
La ciudad del viento - Quique González
Se hacía de noche; había una ciudad impaciente frente a nuestra llegada. Las luces en las calles se encendían húmedas; la lluvia suave empapaba las piedras y la arena. Llegamos por fin a la ansiada ciudad del viento.
- Qué lástima que nos hayamos demorado tanto en aquella estación de servicio… Quería ir a la playa hoy…- pensé en voz alta, como comentario al pasar mientras ordenaba las valijas en mi habitación.
- ¡Aún estamos a tiempo! – me dice Dante entrando al cuarto con una manzana a medio comer.
Mi expresión atónita se elevó por encima de la valija: “¡¿A esta hora?!”
- ¡Sí!- dijo entusiasmadísimo masticando un bocado- ¿Qué tiene de malo esta hora?
- Que… es como un poco tarde?- dije como si fuera una obviedad
- ¿No me dijiste que era un viaje sin tiempo y sin espacio? Bueno, esas reglas sí quiero respetarlas. Entonces, ¿Venís conmigo a la playa, si o no?
Abrigados como osos salimos caminando por las calles heladas bañadas en mar de primavera, ese mar frío, imposible, que se enciende lejano al rozarlo la luna. El viento giraba en la curva que hacía la playa, giraba en un veloz remolino de papeles, hojas y gotas de lluvia que habían quedado desperdigadas por allí tras la lluvia de la tarde.
Los pies se nos hundían en la arena mojada pero el mar era un imán que hubiera podido arrastrarnos a él a pesar de la fuerza con la que el viento nos empujaba.
El mar era un imán, otro de los tantos imanes que nos pegan a esta tierra.
El mar era un imán de nuestra mirada, la hacía hipnotizarse en sus olas;
era un imán de todos los ruidos y olores que allí existían para nosotros.
El mar era un imán de nuestros pasos, que hacía tanto tiempo deseaban jugar con él.
El mar era un espejo de ilusiones roto en cada ola; el mar era aquello que ya no podíamos nombrar.
Nuestras bocas llenas de salitre y nuestro silencio estallante en la cresta de cada ola…
Esa noche podría haber sido eterna. Esa noche deseamos por primera vez que nunca saliera el sol.
"Llévame a ver salir el sol
desde todos los portales de la luna
llévame al puerto y al malecón
cuando el cielo se nos llene de gaviotas"
Rompeolas . Quique González
Dante.
ResponderBorrarme encanta el noche ese....
besos!!!
Tu viaje, tu mar, tu tiempo sin tiempo me lleva a uno mío que creí olvidado.
ResponderBorrarEn mi tiempo sin tiempo existió un eclipse de luna, poesías que el mar escuchó, un vino tinto cuando la luna regresó y un amor que no supe adivinar.
Besos y noches.
De quien es la cancion de quien de quien????????
ResponderBorrarEs que me suena, es que la conozco, es que me gusta muchoooo!!!
Evidentemente nadie tiene la culpa en los imanes...
ResponderBorrarBonito viaje, bonita experiencia,preciosa tu manera de reflejarlo aqui.
Besos y abrazos
J.:
ResponderBorrarel nombre habrás querido decir =P
A mi nunca me había gustado tanto como ahora..
besitos!
Duda:
A veces todas esas condiciones hacen que olvidemos nuestra mente, que nos dejemos llevar con suavidad y terminemos sin adivinar qué sucede a nuestro alrededor...
Para bien o para mal, esas épocas son las que más recordamos..
besos y recuerdos
Mi otro yo:
La canción es de The Calling y sí, es preciosa!
espero te haya lelgado mi mail!
besos!
Miguel:
Es que en los imanes no hay culpa.. sólo hay atracción =)
Me alegro que te guste mi viaje!
A mi me está encantando..
Besos imantados!