La ciudad a lo lejos como esquivándole la mirada,
multiplicada infinitamente en la mirada quieta.
Ella y sí misma,
mil veces más.
Un destello rojo que marca su paso,
el pelo apenas cayendo en el rostro gris.
Y las sombras corriendo en los recodos
entre las mangas, las orejas y el cuello.
Y las sombras ajustándose a sus mejillas planas
entre ella y sí misma,
y la otra que no se ve.
La mirada como perdida en el empedrado de una calle
o tal vez en el ruedo del mar rojo,
o tal vez en su cintura ceñida de bravura.
Y allí en las alturas rasca cielos y gigantes de yeso
Y aquí en los zapatos colillas y el mar de volados.
Y allí en la ciudad el humo y las costras
Y aquí en la mirada el vacío
o ella, sí misma, la ciudad
y un vacío.
Te quedó bellísimo, Aye!
ResponderBorrarMe encanta
Un beso
Enorme. ¡¡¡Me gustó mucho el final!!!
ResponderBorrarNos vemos nena
Hermoso, muy lindo juego con el rítmo.
ResponderBorrarSaludos y suertes!
Qué bueno es sentarse a veces en el borde del mundo y darse cuenta del tamaño de todo y de uno. En cierto modo uno se ve como algo capaz de crecer, de avanzar, y ya no importa tanto si se es pequeño o no.
ResponderBorrarPrecioso Aye.
Un beso
Me ha gustado tu texto los colores e imágenes de tu blog
ResponderBorrarte dejo besos